La tecnología necesaria para desarrollar buques totalmente autónomos, conocidos en inglés como Maritime Autonomous Suface Ships o MASS, ya existe en la actualidad.

A través de cámaras, radares, procesadores avanzados u otro tipo de tecnología se están desarrollando barcos con un sistema de conciencia inteligente. Es decir pueden detectar, de manera eficiente, otros buques y objetos flotantes durante las rutas, evitar colisiones y navegar de manera segura tanto en alta mar como en áreas costeras.

Unas de las grandes ventajas de este tipo de embarcaciones es que, al no tener tripulación, disponen de una mayor capacidad de carga y pueden llegar a ser muy rentables a nivel económico. Muchas compañías, como es el caso de RFL, ya se están interesando por conocer en profundidad qué implica estos buques respecto a los convencionales.

No obstante, la realidad a día de hoy es que todavía se necesita la supervisión humana desde tierra en este tipo de buques, por lo que se sigue trabajando en el desarrollo de la conectividad y es algo que se seguirá haciendo en los próximos años. Países como Noruega, Finlandia, China o Japón son algunos de los que están investigando sobre el desarrollo de los MASS en el camino a la automatización marítima.

Hoy en día es aún muy prematuro para prever el impacto real que tendrán estos buques en el sector del transporte de mercancías, pero es cierto que ya se habla del gran potencial que supondría un nuevo sistema totalmente digitalizado y sostenible.

Grados de autonomía

La Organización Marítima Internacional (OMI) habla de cuatro grados de autonomía para estos buques de nueva generación:

• Cuando el buque puede tener procesos automatizados y soporte de decisiones.
• El caso en el que el buque está controlado a distancia con profesionales a bordo.
• Situación de control remoto sin nadie dentro del barco.
• El escenario donde hay mayor autonomía: el sistema operativo del barco que puede tomar decisiones y determinar por sí mismo qué acciones se deben realizar.

Los ciberataques

No obstante, los buques autónomos pueden ser muy vulnerables ante un posible ciberataque, uno de sus retos actualmente. Las consecuencias de este tipo de ataques, son, fundamentalmente, las pérdidas económicas que generan, derivadas del colapso de los procesos y servicios, además del deterioro de la reputación o fiabilidad de la compañía.