El tráfico de contenedores refrigerados por vía marítima alcanzará los 156 millones de toneladas para 2024 según los informes de algunas consultoras especializadas. Esta previsión representa una expansión promedio de un 3,7% durante los próximos años. Sin embargo, este dato contrasta con lo que se espera para los contenedores de carga seca cuya previsión de crecimiento se sitúa actualmente tan sólo en el 2,2%. De hecho, el comercio marítimo de contenedores refrigerados a nivel mundial registró un crecimiento del 1,7% en 2019 alcanzando las 130,5 millones de toneladas.
La razón de estos datos es que, a pesar de la coyuntura actual, la carga refrigerada por vía marítima suele ser, en la mayoría de casos, alimentos perecederos destinados a las necesidades básicas por lo que el impacto de la actual coyuntura se deja notar mucho menos. Los plátanos y el pescado son los productos más demandados, especialmente en la ruta comercial más voluminosa, la que conecta la costa Oeste de América del Sur con Europa.
En RFL, especialistas en soluciones logísticas a medida, seguimos adaptándonos a las necesidades del mercado siempre siendo útiles para la logística esencial en tiempos de pandemia.
La logística verde: otra tendencia en aumento
Por otro lado, la logística del futuro piensa en verde y ya ha comenzado a actuar. El sector del transporte, responsable actual de más del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, es cada vez más consciente de la importancia de adaptar planes estratégicos que ayuden a combatir el cambio climático y apuesten por la sostenibilidad ambiental.
Un objetivo irrenunciable en el que, tanto RFL como el resto de empresas que forman parte de Grupo Alonso, creen firmemente y es una muestra de su liderazgo, tanto empresarial como medioambiental.
El control de las emisiones, el registro de la huella de carbono, las certificaciones medioambientales, la adopción de combustibles y energías limpias, la utilización de equipos, instalación de la maquinaria “verde” o el seguimiento de programas de gestión ambiental son, entre otros, ejemplos de buenas prácticas medioambientales que son ya habituales muchos puntos de la cadena logística: operadores, transitarios, almacenes, centros de trabajo, terminales o puertos.